Señas de identidad y valores

La educación en valores constituye una seña de identidad en el Proyecto educativo de FUHEM. Educar al alumnado en el respeto y la colaboración con los otros, en el cuidado del medio social y natural en el que viven, en el fomento de las relaciones interpersonales y en la participación en una sociedad democrática desde una visión crítica y transformadora de la realidad ha caracterizado el quehacer de nuestros colegios a lo largo de muchas décadas. Siempre hemos defendido la compatibilidad entre la educación de ciudadanos comprometidos y el trabajo de calidad en competencias más académicas, si es que pueden considerarse diferentes.

En otros apartados y debates organizados en torno al Libro Blanco ya se han apuntado algunas tendencias y se ha reflexionado sobre los valores y la educación. Os invitamos ahora a concretar un poco más cómo debemos enfocar este trabajo, qué valores creemos que han de ser preponderantes y cómo podemos colaborar desde la escuela y las familias en la educación moral y no confesional de nuestros alumnos y alumnas.

[box]Para centrar este debate os sugerimos releer el documento de Gerardo Echeita en el apartado dedicado a la Educación inclusiva, y os ofrecemos, como texto principal, el documento “Educar para convivir con justicia Ecosocial”, elaborado por Luis González Reyes, así como algunos textos complementarios:[/box]

  1. Julio Carabaña (2012): “Las escuelas del futuro”, publicado en la revista CLAVES (se trata de un artículo muy crítico con lo que el autor considera “adoctrinamiento” del alumnado.)
  2. Teresa Maldonado (2012): “Sobre el (sin)sentido de educar en valores”, publicado en el Boletín ECOS del Área Ecosocial de FUHEM.
  3. Miquel Martínez “Educación y Ciudadanía Activa”, publicado por la OEI en su Web y descargado en Abril de 2013.
  4. Miquel Martínez “La educación moral: una necesidad en las sociedades plurales y democráticas”, publicado en la Revista Iberoamericana de Educación, nº 7, de la OEI, descargado en Abril de 2013.
  5. Comisión de Educación de Ecologistas en Acción (2011) “Educar en el Antropoceno”, publicado en el libro “Convivir para Perdurar”, Ed. Icaria.
  6. Miquel Martínez (2011) «Educación y ciudadanía en sociedades democráticas: hacia una ciudadanía colaborativa», en el libro «Educación, Valores y Ciudadanía». OEI – Fundación SM.
  7. Sesión de debate sobre “Educación en valores» celebrada en el Espacio Abierto FUHEM (11 de mayo de 2013). Vídeo del debate.
  8. María González Reyes. La perspectiva ecosocial en la escuela.  (Resumen de la intervención en la  Jornada de debate sobre «Educación en valores» del 11 de mayo de 2013)

12 comentarios en «Señas de identidad y valores»

  1. Gracias a María, Teresa y Miquel por la fantástica exposición que realizaron el sábado pasado en la jornada de debate del Libro Blanco y, por el posterior debate y reflexión tan interesante que hubo por las enriquecedoras aportaciones de las personas participantes y… lo que nos queda pendiente!, con un tema tan fundamental, básico y necesario como es «educar en valores».

  2. Decía Adela Cortina el pasado 18 de mayo en una entrevista concedida al diario EL País: «si nos hubieramos comportado éticamente, no tendríamos una crisis como la actual».

    Ha habido numerosos momentos a lo largo de la historia, generalmente coincidiendo con épocas de crisis, en que la reflexión ética se ha hecho más necesaria. En nuestro país, donde el ethos del político más que guiar enturbia la vida pública es necesario formar más que nunca en el ethos individual. Es decir, formar el carácter de nuestros ciudadanos para que, entre otras cosas, luchen por recuperar valores como, por citar uno de los más ausentes entre nuestros líderes políticos actuales, la honradez. Así pues, la educación ética en nuestras escuelas se hace imprescindible para que se interioricen, desde la acción individual, conceptos como responsabilidad, bien común, confianza, colaboración… frente a otros como: egoismo, competitividad, individualismo, etc.

    De esto hablamos el sábado 11 con Teresa Maldonado y Miquel Martínez, quizá con la intención de tener más presente, si cabe, el mundo de los valores en nuestro proyecto educativo, en nuestro quehacer cotidiano en los colegios, porque vuelve a ser una necesidad reflexionar sobre aquello que nos hace particularmente humanos.

    Tener momentos para ello no es solo importante sino que se hace imprescindible hoy en día y hay que agradecer el esfuerzo realizado para facilitar este encuentro.

  3. Además de sumarme al agradecimiento y a la buena impresión que ha causado entre los asistentes (y espero que entre los lectores) la sesión de debate sobre educación en valores, me gustaría rescatar, ya que no hemos llegado a comentarlo en profundidad, el artículo de Julio Carabaña, uno de los Sociólogos de la Educación más influyentes de los últimos años, que podéis encontrar entre los documentos colgados en esta sección.

    En al artículo no sólo cuestiona la legitimidad de educar en valores (aunque no sé si él lo considera sinónimo de «adoctrinar» como podría desprenderse de sus páginas) sino que defiende con vehemencia su ineficacia. Es verdad que los ejemplos que aporta tal vez resultan un poco maniqueos y que probablemente su crítica vaya más dirigida a una transmisión de valores con un propósito manipulador y con un carácter más dogmático y acrítico, pero creo que merece la pena plantearse seriamente sus reflexiones. ¿podemos conseguir el efecto contrario al que pretendemos? ¿podemos contribuir, sin quererlo, a que la escuela sea sólo una burbuja cuyos aprendizajes (en este tema) no trasciendan o incluso exacerben posturas contrarias?.

    Creo que en la propia Jornada se pusieron sobre la mesa algunos elementos que permiten minimizar o paliar estos posibles daños, especialmente los que tienen que ver el trabajo en valores no sólo en un plano más racional, sino a través de la praxis educativa. Y también creo que en general todas las aportaciones rescataron el valor del diálogo, de la aceptación del disenso y el carácter crítico que debe predominar en cualquier propuesta educativa.

    No está de más, sin embargo, plantearnos que no basta con declarar unas intenciones y hacerlas públicas y explícitas, sino articular unos mecanismos pedagógicos sólidos para no correr innecesarios riesgos. Nos queda perfilar mucho el «qué» pero también el «cómo».

  4. Por si es de vuestro interés, también hemos colgado (Documento número 7) un breve resumen de la Jornada sobre Educación en Valores del Sábado 11 de Mayo de 2013

  5. Ante todo, quiero unirme al agradecimiento y valoración que ya se han hecho de las espléndidas conferencias que, en la charla sobre educación en valores, nos ofrecieron los tres ponentes. Desgraciadamente, no pude estar presente pero lo he visto en el video del blog y me ha interesado muchísimo.
    Me gustaría aportar algún comentario. Estoy muy de acuerdo con el análisis de Mikel respecto al tema de los valores que pueden considerarse como mínimos pero que son los que dan garantía y legitimidad a los máximos: autonomía personal, diálogo y respeto a la diversidad Me parece, efectivamente, que son la base que sustenta la actitud necesaria para que sea posible la defensa “militante” aunque no fanática de otro tipo de valores que nosotros compartimos: solidaridad, justicia, equidad, respeto al medio ambiente, a la diferencia etc.
    Me parece muy difícil que sin un nivel de autonomía suficiente, es decir, sin ser capaz de pensar por uno mismo sin caer en falsas dependencias o seguidismos, se puedan defender de modo adecuado esos otros valores. Del mismo modo, si no hay diálogo, es decir un logos que circule de modo que exista un emisor , pero también un receptor que escuche y no una pared de cemento como suele ocurrir tantas veces, es imposible que no haya adoctrinamiento e imposición. Por último, sólo desde el respeto al otro se puede tener legitimidad para defender nuestras posturas. Sin embargo, lo frecuente es que el otro sea la representación de “lo otro” de nosotros que no nos gusta y que, por tanto, lo ataquemos al verlo fuera, muchas veces incluso con fiereza. No hay nada peor que estar convencidos de que pertenecemos a algún tipo de “eje del bien” y que los otros son la representación del “eje del mal”.
    Finalmente, me gustaría subrayar la importancia de que estas actitudes formen parte de todos nosotros como padres y educadores si queremos ser transmisores de valores. La honestidad y la coherencia en nuestras posturas es esencial para la tarea educativa, pues resulta muy dañino para nuestros alumnos que nuestras ideas y nuestras palabras vayan por un lado y nuestras actitudes por otro. Si hay algo que ellos perciben con claridad y rechazan es este tipo de contradicciones. Mejor no hablar de diálogo si no somos capaces de escuchar; de respeto, si no lo practicamos, ni de autonomía cuando seguimos anclados en viejas ideas o esquemas sin atrevernos a replantearnos las cosas y sin ser capaces de estar permanentemente dispuestos a la reflexión y al cambio.
    Gracias de nuevo a los ponentes y a los organizadores.

  6. Hola de nuevo:

    hemos colgado (Documento 8) un breve pero jugoso resumen de la intervención de María González en la jornada de debate del pasado 11 de mayo.

  7. Gracias Maite por tus aportaciones. Y, aprovecho para colgar un video que me ha resultado interesante para seguir reflexionando:

    ¿Cómo hacer para conseguir que los niños y las niñas consigan adquirir esa autonomía personal de la que han hablado tanto Miquel como Maite? Y, a raíz del video… que quieran y queramos ser personas autónomas. En definitiva, querer crecer, cambiar, transformar, asumir la responsabilidad con uno mismo y con nuestro entorno, etc.

    Rescatando palabras de Daniel Jover, que presentó su libro “Educar, trabajar, emprender” el jueves pasado en Espacio Abierto Fuhem, comentaba que los 4 retos básicos son: solidaridad, sobriedad, interioridad y cooperación. Dando la vuelta a lo que muestra el video apostando por una economía social y solidaria donde la persona es el centro y el dinero es el medio. Y, hablando de palabras clave, me quedo con una de las que comentó: la ternura. Como lo virtual está suplantando la realidad, la ternura como algo tan necesario por ser uno de los aspectos que cohesiona a las comunidades y da la vida, lo que genera protección y seguridad a uno mismo y al otro, sin afán de poder y dominio.

  8. He seguido con interés las aportaciones de los tres ponentes a un debate que siempre ha estado presente en la transmisión de valores en los centros educativos. La delgada línea que marca la frontera entre educar en valores y adoctrinar a veces paraliza nuestra voluntad de intervención ante determinados conflictos o debates que se producen en las aulas.

    La clave creo que la da Teresa en su intervención al aludir al respeto -y no la tolerancia- como factor relevante para la transmisión de los valores que entrarían en ese consenso mínimo social. Es fundamental que nos escuchemos. Que el profesor escuche a sus alumnos, que ellos escuchen al profesor, pero sobre todo me parece importantísimo que los alumnos se escuchen entre ellos. Solamente enseñándoles que es necesario valorar todos los puntos de vista posibles -y para ello hay que conocerlos y por tanto, previamente escucharlos- estaremos contribuyendo a formar ciudadanos críticos.

    Sin duda debemos pararnos a reflexionar sobre ello porque formamos personas y si no nos escuchamos con actitud abierta a la empatía y al cambio, nos habremos convertido irremediablemente en algo diferente.

  9. COMENTARIOS ENCADENADOS DE NUESTRO FORO DE DEBATE A PARTIR DE LA PREGUNTA: ¿QUÉ RASGOS DISTINGUEN A NUESTRAS ESCUELAS?
    Manuel

    Cuando el otro día leí la pregunta que nos ocupa, lo primero que se me vino a la cabeza fue pensar: “nuestros alumnos vienen contentos al colegio” ,es decir, en la vertiente “humanista” de nuestros coles. En general nos preocupa cómo se sienten nuestros alumnos y en todos los colegios en los que yo he estado siempre ha habido profes que empatizan mejor con unos y otros de forma que el abanico queda cubierto. Creo que si hay algo común a todos, es el intento de formación integral de la persona, ponemos especial énfasis en cuidar y potenciar valores como la convivencia, la tolerancia, la equidad, el respeto a la diferencia… Otra cosa es que esto lo hagamos de una forma estructurada, sistematizada, y revisable periódicamente, o más bien queda en el llamado “currículo oculto” de todos nosotros, o como mucho en un objetivo explícito de la tutoría.
    En lo que se refiere a lo más estrictamente académico, generalizar nunca es bueno, pero pienso que necesitamos una renovación urgente de nuestra práctica educativa (metodologías, proyecto educativo, objetivos, estructuras, etc). Siendo honestos no podemos decir que nuestros centros sean la vanguardia en la innovación y adaptación al nuevo paradigma educativo al que nos enfrentamos. Teniendo presente que sí lo fueron en otros momentos de nuestra historia.
    Desde mi punto de vista, es el momento de hacerlo por dos grandes razones:
    – Las circunstancias que nos rodean (LOMCE, libro blanco FUHEM, etc.)
    – Para dinamizar nuestros colegios introduciendo un discurso de renovación.

    1. María González

      Creo que dentro de los Colegios de FUHEM hay una variabilidad importante de cara a definir rasgos comunes, y digo que lo creo porque en realidad sólo conozco bien la realidad del Santa Cristina.
      Para mí el rasgo general más común sería la definición de estos centros como no confesionales y, después, promover la adquisición de ciertos valores relacionados con la paz y la justicia trabajando aspectos como la solidaridad o la tolerancia.
      Creo que se le da bastante importancia a trabajar el tema de la diversidad, aunque esto se haga de manera diferente en los distintos colegios porque las «diversidades» que manejamos tienen diferentes características. Por ejemplo, trabajar con esta plataforma en mi grupo de diversificación sería más complicado porque 6 de los 13 alumnos que hay en el aula no tienen ordenador ni internet en casa.
      En el proyecto educativo se hace bastante hincapié en trabajar a diversidad cultural y se especifica el trabajo con alumnado inmigrante o de minorías étnicas. Desde mi punto de vista esto sólo se puede trabajar en profundidad si hay alumnado con esas características en las aulas, cosa que no sé si ocurre en todos los colegios, pero me temo que no.
      Y por lo demás, centrándome en las cosas que más se resaltan como principios educativos, creo que la equidad es un rasgo menos definitorio, porque al no tratarse de colegios públicos no todos los alumnos tienen la misma posibilidad de participar de la educación que proponemos. Y en cuanto a la participación creo que se podría fomentar mucho más, creo que en este tema, que a mí me parece clave, queda mucho camino por recorrer.
      Y finalmente, sobre la educación de calidad que se pone como principio educativo, coincido con lo que comenta Manolo acerca de la renovación urgente de nuestra práctica educativa, lo cual, bajo mi punto de vista, tiene una relación directa con la formación, la investigación y la innovación que quizás, en un futuro, nos pueda distinguir como rasgo.

      1. Cayetana
        Me adhiero a la opinión de Manolo; «los chavales vienen contentos»; y aún abundo más: Vienen y vuelven a venir, como los peces del villancico, cuando ya han acabado sus estudios y no tendrían por qué hacerlo. Pero no me adhiero al nombre de la cualidad que ello revela: no es nuestro rasgo humanístico… sino humano.
        Y en esta diferencia me detengo, porque muestra lo que nos hace diferentes y lo que nos hace iguales al resto de centros educativos.
        Somos colegios humanos.
        Razón primera: Los valores que postulamos no hacen mejores las materias que impartimos, no les dan ese «nivelazo» de que presumen en otras casas… Pero parimos -académicamente- individuos bien diferentes… nuestro alumnado tiene como una «marca de factoría»: son críticos, e incluso criticones, son sensibles a su realidad y realistas con lo que han recibido y con lo que quieren. (La mayoría, quiero decir…).
        En otros centros, a mí se me ha llegado a decir, expresamente, que me limitase a «leerles» el libro, porque era posible que en las explicaciones se me colase algo doctrinal en absoluto del gusto del colegio ni de las familias. O que sacasen el tema que sacasen los niños, yo iba a dar mi clase: y ya.
        Razón segunda: Y vehículo de la primera. Están mezclados con nosotros. En los pasillos, en las aulas, en el vestíbulo de la sala de profesores. Nos hablan, nos lloran, (nos moquean), nos hacen confidencias o nos barren a preguntas, (que levante la mano quien no hay escuchado en la quietud de un café en la sala de profes, decir a otro compañero/a: «¡fulanita”, sal “pafuera” que te buscan!» Y fin de la quietud y del café).
        En otros centros existe una barrera infranqueable: el adulto de un lado y los alumnos de otro de la trinchera. Porque en eso se convierte la docencia: en una guerra de trincheras. Está muy mal visto hablar con los profes, e igualmente mal visto entablar conversación con los alumnos: cada cual en su lugar. Su vida no importa, y con ella ningún cambio físico o psíquico, emocional o moral… nada.
        Tercera razón: corolaria de las anteriores. Las familias están en el colegio. Salvo excepciones, como en todo lugar, nuestras familias colaboran y muestran interés; y a la inversa, desde las tutorías existe interés y trabajo con las familias.
        En los centros donde yo estuve, la familia deposita al alumno/a en el recinto, como si fuese una guardería; o mejor expresado, un almacén más o menos habilitado para ganado humano. Esperan que los contenidos no vayan muy contaminados de ideas y, sin embargo, esperan que sean convenientemente embutidos al alumnado para que les rente de cara a las Paus y otras…
        Todo esto nos hace humanos. No humanistas. Y esta es la piedra de mi despecho.
        El humanismo nos dirige hacia un universo sincrético, donde confluye la letra y el número; privilegiando el aspecto discursivo de ambos.
        Nuestra teoría nos dirige a ello, sí, pero no somos humanistas: seguimos privilegiando el ala científica y pragmática de la cuestión: a los niños/as más capaces les ponemos en seguida a hacer cuentas, nunca cuentos. Y a aquellos «menos capaces», les instamos a irse «por letras», ya que entendemos la intrínseca dificultad superior del número. Apelamos a las múltiples puertas que deben no cerrarse… ignorando, en último término, las devociones o inclinaciones más genuinas del individuo, que son sólo una de todas esas puertas haciendo corriente…
        Aunque seamos un mirlo blanco en lo humano… esto no nos diferencia del tropel de mirlos negros del montón.

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